5/10/09

Maxirrelato: Domingo.


Y de pronto me desperté. Sin saber qué hacía allí ni qué día era. El motivo por el que acabé tirado en el suelo aún no lo he sabido, pero me bastó levantar la cabeza para descubrir que era domingo: 3 de cada 4 hombres iban en chándal y el cuarto era lo que se conoce un hombre 3D: despeinado, descamisado y desfasado. Para él aún era sábado por la noche.

El domingo es diferente a todos los demás días pero si estás casado, todos son iguales. Te despiertan tus hijos con un: “Papá, ¿te acuerdas que nos dijiste que irías con nosotros al parque?”. “Pues no, no me acuerdo” . “Eso es porque ibas borracho. Sería una lástima que mamá se enterara de cómo llegaste el viernes por la noche de la cena de empresa”.

Y es que dicen que los niños son sinceros. Lo son. Pero también son unos cabrones. La sinceridad, como la capacidad para retener líquidos, es algo que se pierde con la edad. Lo que no se pierden son las costumbres dominicales, como la de comprar el periódico. Pero éste no viene solo: el suplemento de televisión, el semanal, el álbum de cromos, la cartilla para llevarse un TDT que a los dos meses queda tecnológicamente obsoleto, el extra de la liga... El dependiente, con amabilidad, te dice: “¿Quiere una bolsa?”. Y tú: “No, mejor tráigame un montacargas”.

El señor quiosquero no captó la indirecta: “Tenga”. “Pero si eso es una rueda”. “Es que es el primer fascículo de la colección Fabrica tu propio montacargas”.

Sales cargando todo como si de un costalero te trataras y ves que no estás solo. Decenas de maridos con los periódicos a cuestas volvían a sus casas en procesión. Por un momento me pareció escuchar a un hombre cantando una saeta: “¡Ay, ay, la virgen!”. Luego me enteré que no era ninguna saeta: se había enganchado la espalda.

Y todo por querer llevar La Razón. La conclusión es fácil: Lo mejor es evitar querer tener La Razón los dominingos. Así te ahorraras más de un disgusto... sobretodo con tu mujer.


“¿Cuándo piensas arreglar la lavadora?”. “Mañana, que hoy es domingo y el día del señor se ha de descansar”. La mujer no lo ve igual: “Dios descansó porque estuvo seis días seguidos trabajando para crear el universo. Tú eres funcionario: no has trabajado tantos días seguidos nunca”.


¡Qué manía con los funcionarios! Que si trabajamos poco, que si tenemos dos meses de vacaciones.... Eso es mentira. No tenemos dos meses de vacaciones. Tenemos dos meses de vacaciones en verano, dos semanas en navidad, diez días en semana santa, más festivos y puentes.


Y si eso es pecado, Señor... Me confieso. He pecado.




2 comentaris:

Josep ha dit...

Doncs m'agrada.

Em dóna vostè permís per a enviar aquest monòleg a un senyor de Mèxic?

sr. Manel ha dit...

Sr. Josep: Doncs li agraeixo. Això de rebaixar el to marranu m'està costant sang, suor i llàgrimes. Podria ser perfectament un monòleg d'en Pablo Motos al Hormiguero...

Si, faci vostè el que vulgui amb això; pendejo.